Antes de llegar a la corresponsalía de Heraldo de Aragón, Jorge Zorraquín trabajó en el Grupo Aragón Digital durante cuatro años.

El periodista Jorge Zorraquín es un buen conocedor de la realidad del medio rural. Oriundo del municipio zaragozano de Atea, este profesional de 28 años ejerce desde 2017 como corresponsal de Heraldo de Aragón en las comarcas de Calatayud, Daroca, Valdejalón y Cariñena, donde da voz a las historias de la zona y a sus habitantes. Como destaca Zorraquín en esta entrevista, “la información local siempre ha tenido mucha importancia para los vecinos del entorno”. También defiende la importancia de “contar e intentar que la gente valore los aspectos positivos, que también los hay, de vivir en pequeños municipios”, aunque reconoce que no todo es “de color de rosa”.

¿Cómo vive un corresponsal la situación generada por el coronavirus en el medio rural?

En mi caso comparto la corresponsalía de Heraldo de Aragón en la zona (Calatayud, Daroca, Valdejalón y Cariñena) con el fotógrafo Jesús Macipe y nos ha supuesto una diferencia como de la noche al día. Hemos pasado de hacer 400 o 500 kilómetros al mes a salir sólo para cosas muy, muy puntuales para evitar exponernos y exponer a otras personas. Aunque de normal suelo tirar bastante de teléfono, durante estas semanas todavía lo he tenido que utilizar más. Al vivir en el sitio, y que son ámbitos más reducidos, también te supone que no hablas únicamente de cifras de contagios o personal médico sin EPI adecuados, hablas de personas que, en muchas ocasiones, conoces.

¿Aprecias que la información local se valora más ahora? Como han demostrado diferentes estudios, los ciudadanos quieren saber qué ocurre en sus municipios y alrededores.

Desde mi punto de vista, sí. Si la información local siempre ha tenido de por sí mucha importancia para los vecinos del entorno, con esta pandemia ha tenido el doble. Comentándolo con compañeros de los medios locales de Calatayud, han sido muchos los oyentes y lectores que preguntan día sí y día también por los efectos de las medidas del Gobierno en su rutina o por las cifras de contagios o atenciones. En esto último hemos tenido que insistir a las instituciones que necesitábamos de esos datos para combatir bulos y medias verdades que han podido llegar a circular. La gente quiere saber lo que pasa en su zona y no solo en Madrid o en las capitales de provincia.

¿Qué cambios supuso en tu rutina de trabajo el pasar de estar en el área de comunicación de un medio informativo a ejercer como corresponsal?

Los cuatro años que estuve en el Grupo Aragón Digital, entre Actualidad Media y Aragón Press, me sirvieron para hacerme una idea del oficio. Aprendí muchísimo de todas las personas con las que compartí redacción. En el caso del área de comunicación eran encargos concretos de redacción de notas de prensa, gestión de redes sociales o edición de publicaciones y en el caso de la agencia estás más limitado por la agenda. Allí tenía unos horarios aproximados y un lugar común de trabajo. Ahora, al trabajar fuera de una redacción, las horas me las marcó yo y trabajo desde casa, con todas las ventajas y desventajas que eso conlleva.

¿Hasta dónde determina la agenda institucional los temas de un corresponsal, y qué importancia adquieren los temas propios?

Hay temas, los menos, en los que tienes que morir al palo: convocatorias, visitas, adjudicaciones… Pero fuera de la agenda hay muchísimas otras historias y eso lleva mucho tiempo. Tienes que llamar a muchas puertas, unas veces para sacar algo y otras para quedarte igual; rebuscar por la hemeroteca, publicaciones, cafés… Todo eso lleva mucho tiempo y lamentablemente no siempre abunda. Desde el ámbito local creo que los temas propios son algo que se mima mucho y por lo que merece la pena tener periodistas en el terreno.

La despoblación es uno de los problemas que afectan al medio rural. ¿Crees que los medios de comunicación deberíamos poner más el foco en este asunto con historias reales, y no tratarlo como simples cifras?

Es que creo que es la única manera de contar una problemática es hablar con los protagonistas que la sufren: la mala (o nula) cobertura de telefonía e Internet, las malas carreteras, los malos (o malísimos) precios que se pagan a agricultores y ganaderos, las malas combinaciones de transporte, la reducción de horas de médico…

Pero también tenemos que contar e intentar que la gente valore los aspectos positivos, que también los hay, de vivir en el medio rural. Por ejemplo, la calidad de vida, escuelas con clases casi personalizadas, un sentimiento de comunidad diría que más arraigado, aprovechas muchísimo más el tiempo…

Simplemente hay que contar lo que hay y lo que hay, como todo en la vida, son cosas positivas y cosas negativas. Parece que hay una corriente que defiende que la situación de los pueblos hay que pintarla de color de rosa y como si fuera el país de la piruleta y no es así. Contaremos lo bueno si lo hay y si hay algo malo, también. Nuestro deber es contar lo que pasa y dar voz a quienes lo sufren para intentar que esa situación se resuelva.

Espacio en colaboración con la Diputación de Zaragoza, con noticias, reportajes, entrevistas y otros contenidos relacionados con el periodismo local, el medio rural y la despoblación.