El curso de la UIMP “Violencia machista, cultura y sociedad” destaca el papel de la comunicación

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Expertos de distintas áreas han reclamado un cambio en el discurso social y cultural en el encuentro “Violencia machista, cultura y sociedad” de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).“Si tenemos una comunicación basada en estereotipos, no somos libres. Estamos recibiendo una información del mundo errónea y limitada” ha expresado la artista visual Yolanda Domínguez.   Por su parte, el catedrático de Derecho Constitucional Octavio Salazar ha explicado que la estructura de poder se articula sobre un “doble silencio del patriarcado”: el primero, la ausencia de “voz, palabra y autoridad de las mujeres” y, a su vez, el “silencio cómplice de los hombres”.

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El director del encuentro,  el profesor titular de Medicina Legal de la Universidad de Granada y director de la Unidad de Igualdad, Miguel Lorente,  ha destacado en la inauguración que “se ha pasado de la negación de la violencia machista a la negación del machismo en la sociedad”, ya que, a su juicio, “ahora se reconoce que hay violencia porque hay mujeres asesinadas pero se niega que sea el machismo el factor desencadenante de los feminicidios”. En este sentido, Lorente ha hecho hincapié en que “esos 60 hombres diferentes” que cada año acaban con la vida de sus parejas o exparejas “no están vinculados a la criminalidad y no tienen alteraciones o patologías”, a pesar, ha añadido, de los “mitos tradicionales sobre el agresor”. Así, ha continuado, “necesitamos conocimiento crítico para poder romper con esa normalidad cómplice”.

A lo largo de su ponencia “Cambiar las imágenes para cambiar el mundo”, la experta en comunicación y género Yolanda Domínguez ha tratado de cómo nos influyen y de qué manera nos relacionamos con las imágenes desde la perspectiva de género, tras incidir en que “la mirada nunca es inocente sino aprendida”.  Según Domínguez, las imágenes tienen un doble poder, el de normalizar pero también el de estigmatizar, “de hacer visible todo aquello que representan pero a la vez de ocultar todo aquello que no representan” y además sirven “para decirnos quiénes somos, cómo tenemos que comportarnos, qué nos hará felices y a través de qué productos”. Por ejemplo, en los medios de comunicación “vemos constantemente que las mujeres son presentadas como chicas jóvenes, delgadas y blancas”, pero ¿qué ocurre con el resto de mujeres?: “Que están totalmente invisibilizadas y, por lo tanto, estigmatizadas”.

A su juicio, con los medios de comunicación de masasladquieren “una función económica: llegar al mayor público posible para ser rentables”. Para ello, los medios hablan en “un código de estereotipos creados por hombres blancos occidentales heterosexuales” o a través de “simplificaciones de la realidad”. Para revertir esta inercia y la “falta de consciencia”, Domínguez ha indicado que hay que “cambiar el imaginario, la educación y las leyes” y “subvertir el discurso dominante”. Un camino a largo plazo porque “no es sólo cambiar la conciencia sino también construir referentes” tras siglos con estos mensajes.

En concreto, ha señalado que se debe construir nuevos referentes femeninos y masculinos para “acabar con los estereotipos”; enseñar a la gente joven a leer e interpretar imágenes para que empiecen a desarrollar una actitud crítica y revisar el concepto de libertad colectiva. “Los medios deben ofrecer una formación diversa para poder realmente ser libres. Es necesario ampliar el concepto de libertad de expresión hacia la responsabilidad de expresión”.

“El feminismo es la llave que nos va a permitir otro modelo de masculinidades” en palabras del catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba, Octavio Salazar. Durante su ponencia, titulada “La superación feminista de las masculinidades tóxicas”, Salazar ha asegurado que la “masculinidad hegemónica” se trata de un “problema personal, social, político e, incluso, económico” que se estructura en función del poder, de la violencia y de la negación. En base a esto, ha añadido, “ser hombre significa básicamente no ser una mujer” y, por tanto, “no comportarse como una mujer, no adoptar capacidades o habilidades femeninas, no expresar emociones que se identifiquen con ellas o no vestirse como ellas”.

Así, ha remarcado, “muchos hombres somos cómplices por omisión de todo ese hilo machista que sigue prorrogándose en la sociedad” y que ha permitido “la prórroga de ese perverso sistema de poder que es el patriarcado”. Frente a esta situación, el catedrático ha indicado que existe un “nuevo contexto reivindicativo que se puede calificar como cuarta ola del feminismo”, un movimiento que, tal y como ha explicado, “está interpelando a los hombres que protagonizan esas situaciones de dominio, poder y explotación”. En todo esto “¿dónde se encuentran los hombres?”, ha cuestionado. “No podemos permanecer indiferentes ni al margen”, ha respondido. Y es que, según ha indicado, en este momento “el gran reto desde el punto de vista del feminismo es ir a la raíz de la desigualdad” y “plantar cara a la alianza entre el patriarcado y el neoliberalismo”.

En último lugar, Salazar ha indicado que la hoja de ruta para “revisar” esa masculinidad hegemónica es: “Conciencia de género, renuncia a los privilegios, paridad en lo público y en lo privado y la construcción de nuevos imaginarios colectivos”. En esta tarea, ha apuntado, es “urgente una educación feminista, que implique la construcción de nuevos referentes”, ya que “el conocimiento y la cultura es poder”.