SOS desesperado

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Datos de Reporteros sin Fronteras en 2014 a fecha 31 de julio:

35 periodistas asesinados

7 colaboradores muertos

12 internautas asesinados

177 periodistas encarcelados

11 colaboradores encarcelados

188 internautas encarcelados

A veces se me apodera el miedo y no puedo evitar el pánico que me invade al contemplar las cifras que Reporteros Sin Fronteras nos actualiza día a día a través de su pagina web www.rsf-es.org. He visto la muerte personalmente y muy de cerca en mi profesión, me ha correspondido cubrir la información de numerosos atentados terroristas y algún que otro secuestro, he sido amenazado en lo que a mi integridad física se refiere, con la correspondiente espada de Damocles que no se fue de mi cabeza a lo largo de muchos años. Y desde luego no me siento nada orgulloso de ello, sino que más bien me da vergüenza contarlo. Sin embargo he sido al mismo tiempo una persona apasionada y hasta feliz ejerciendo la profesión a la que he amado y amo hasta límites insospechados. Parecerá que sufrir y disfrutar sea un contrasentido, pero ahora bien entrado en la época otoñal de mi vida, estoy convencido de que si volviese a nacer sería periodista, algo que puede no entenderse a los ojos de la razón, pero sí a los del espíritu, y a ciertas dosis de rebeldía. Puede que seamos un poco extraños, o raritos, como supongo que pensará convencido más de uno. Y lo peor de todo ello es que aún nos tenemos que oír eso tan manido de que “la culpa la tienen los buitres de los periodistas”.

No somos los autores de las noticias, sino sus transmisores, y pensamos siempre de una manera vocacional que nuestra obligación es facilitar que el mundo se entere de cuanto sucede en su entorno, bien explicando limpia y llanamente las cosas como suceden, aunque molesten a determinados intereses o defensores a ultranza de posiciones en ocasiones inexplicables, o bien a través de determinadas investigaciones que por concretos motivos destapan auténticos escándalos. Hay que pensar que nunca es más cierto aquello de que la verdad nos haga libres a todos, que debemos plantarnos cara a nosotros mismos y conseguir que las noticias lleguen sin ser manipuladas al más amplio abanico de receptores, sin excepción alguna, aunque la meta perseguida pueda parecer una utopía. Persigamos las utopías pues salvando todas las coacciones, aun a pesar de que compañeros de profesión de todo el mundo, frecuentemente sean víctimas que pagan su vocación con resultados de muerte por asesinatos, con incomprensibles condenas de cárcel por parte de gobiernos regidos por dictadores y a veces dictadores disfrazados de demócratas. Ejemplos claros los hemos tenido muy cerca en país todavía llamado España, aunque sus promotores parece que ahora están calladitos y por lo menos no activan de momento sus armas, si bien tampoco las han entregado.

Sin duda, en estos momentos es urgente lanzar un SOS desesperado, bien por la humanidad que vive unos dramas que deberían hacer sentir la cara llena de vergüenza a tantos y tantos dirigentes mundiales, que allá donde hay petróleo y otras riquezas se vuelcan a fin de favorecer sus finanzas, aunque eso sí, en nombre de la democracia, una democracia que ni existe ni existirá en lugares pobres y plagados de miserias, con gentes que pasan hambre y hasta mueren por carestía de alimentos. Tales desatinos cargados de maldad no parece que guste sean divulgados. ¿La culpa la tienen los periodistas?

Como botonazos indignos de muestra de toda esta sinrazón, me concretaré en dos frentes, aunque hay muchos más. Ucrania y franja de Gaza en Palestina. Todos quieren periodistas afines y odian a los que tratan de ser imparciales y que no solo son encarcelados y secuestrados, sino secuestrados.

Así tenemos que en la autoproclamada República Popular de Donestk (territorio rebelde de Ucrania), se ha restringido de forma drástica la cobertura periodística de los enfrentamientos, produciéndose igualmente un alarmante aumento de detenciones y desapariciones de periodistas. Una periodista polaca, Blanka Zulewaka, que acompañaba a un grupo del ejército ucraniano fue tiroteada y herida gravemente en la columna vertebral. El también periodista ucranio Argakov fue detenido por funcionarios de inmigración rusos el pasado 18 de julio cuando trataba de investigar la desaparición de dos pilotos de su país, que fueron asesinados por fuego de mortero en la región de Laganks, en el este de Ucrania. Igualmente, el 20 de julio, los rebeldes detuvieron a diez periodistas ante la morgue de Donetsk, cuando intentaban completar su labor informativa sobre el avión de pasajeros de Malaysia Air Lines derribado el día 17 y en el que murieron doscientas noventa y ocho personas. La jornada anterior, los propios rebeldes arramblaron con los equipos de una web de noticias de Luhanks.

Por otra parte, tras el comienzo de los recientes conflictos en la zona palestina de Gaza, a los 19 días de desastres continuados, el ejército israelí ya había causado mil muertos. Mientras, Estados Unidos comunicaba que seguiría proporcionando munición a Israel. Recientemente, el pasado 30 de julio se vivía la jornada más cruenta hasta el momento, con un saldo total de 119 muertos y 500 heridos palestinos. En esa misma jornada, en pleno bombardeo en Shujaíya, fallecía el fotógrafo Tamiy Ryan. Y lo peor es que la escalada bélica parece aumentar día a día, sin visos de solución por más que se proclamen treguas débiles que se rompen con la máxima facilidad.

En estos escenarios plenamente inhóspitos para los seres humanos, se mueven periodistas de todo el mundo. ¿Que quién les llama para meterse en sitios donde saben que los peligros son tan seguros? Algo muy seguro es que sin estos profesionales entregados no habría información veraz, y sin información no habría democracia. Amamos la democracia, no concebimos la vida de otra manera. Nos gusta aportar nuestro granito de arena desde las más distintas áreas del mundo de la información, no solo política, orden público o conflictos bélicos, sino incluso en la parcela deportiva, donde la violencia ha empezado a hacer sus apariciones alimentada por la barbarie a todas luces incomprensible.

 Manuel Español

Periodista