Y unos meses después…. recuerdo mi Erasmus en Dublín

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Unos meses después de volver de nuevo a España, no puedo evitar echar la mirada atrás y recordar mi paso por Dublín, esa ciudad irlandesa alternativa, musical y pletórica de vida en los pubs y en las calles cuando el sol asomaba entre las nubes. Cuando te dispones a tomar una decisión como dejar tu país piensas en lo que dejas, confías en que te esperará todo igual, y también imaginas qué encontrarás allí donde vayas. Al final ni uno ni otro pensamiento se cumplen, tengo que decirlo. Al regresar es verdad que algunas cosas permanecen inalteradas, como decía Jorge Semprún, pero otras tantas ya no están.

En mi caso se cumplieron todas las leyendas negras que giran en torno al Erasmus.

  • No me quería ir. En el avión iba con las lágrimas casi brotando.
  • Cuando se acabó mi estancia allí no quería volver a España.
  • Me quedé sin novio la primera semana.
  • Conocí a muchos amigos, que jamás olvidaré, de Europa y más allá.
  • Me convertí en una auténtica Irish: bailé como una Irish, disfruté del desayuno de huevos, bacon, salchichas, lomo, té con leche y no sé cuántas cosas más.
  • Todavía me emociono con canciones que escuché en Dublín.
  • Me pasé más de un mes hablando aventuras que solo yo entendía
  • Aprendí las expresiones más rocambolescas: “bananas”, “knock knock”, “whao – la versión coloquial de what”, “fuck”, “bolox”, “fucking life”, “fucking crazy” (fucking se puede usar con casi todas las palabras…)

Cuando recuerdo aquellos días, me viene a la mente los gestos de mi madre irlandesa Margarita, que decía que yo era la hija adoptiva responsable 😉 Me acuerdo del serio Paul, del alocado John, de las sonrientes Carolines, del humor de Matt, de las coreografías de mis hermanas irlandesas y de Margarita. Ay, Margarita, cuántas aventuras aguantaste.

¿Qué consejos daría a quien se quiera ir de Erasmus?

  1. Todo lo que creas que es más que improbable que te suceda, te sucederá. La primera semana se rompió el portátil, perdí el chip de la tarjeta de crédito.. A otros se les quemó la casa con todas sus pertenencias dentro…
  2. Buscar casa en Dublín. Yo opté por irme con una familia. Lo busqué desde la propia empresa en la que trabajé. De esta forma no tuve que pagar a agencias. Me costó 125 euros a la semana e incluía desayuno, cena y sándwich para la comida, lavar la ropa, habitación para mí sola y todo el té y pastas que quisiera. El valor añadido es conocer la cultura irlandesa y disfrutar con ellos de risas, celebraciones y otras fiestas. Recomendaría grupos de Facebook como ‘Españoles en Dublín’ y la web de daft.ie. También aconsejaría decir que vas a estar una larga temporada, porque dan mucha importancia a que estés más de un mes.
  3. Haz amigos. De nuevo te recomiendo el mismo grupo que enlacé en el apartado de arriba. Dejas tu mensaje, como hice yo, y seguro que habrá algún Abel, Marta, Jenny o Lucía esperando para contestarte.
  4. Por último, disfruta. No importa lo mal que vaya a estar todo a tu regreso o lo desmoronado que vayas a encontrar tu mundo a tu vuelta. Sin más, todo irá poco a poco tomando color. Amarás tu experiencia en otro país, que te cambiará para siempre, y verás como quien te quiere habrá estado esperando para que le cuentes todas tus aventuras.

Si tienes la oportunidad de salir, hazlo. No será fácil pero tendrás un grato recuerdo.

 

Leticia Celma

Periodista

 

Artículo publicado en el blog Eufemismos Aparte