Caciquismo con piel ‘regenerada’

215

Tengo que reconocer que hace falta tener los cojones bien puestos y la cara muy dura para cargarse a fuerza de mayoría absoluta la ley electoral, cambiarla por otra que te garantice seguir en la poltrona, y disfrazarlo con todo el cuajo de ‘regeneración democrática’. He ahí las palabras mágicas. Resulta que el Partido Popular lleva mucho tiempo escuchando eso de que tenemos una ley electoral desproporcionada, injusta y desigual. Y por eso ha decidido convertirse en adalid de la democracia y aprobar una ley para cambiar el sistema y volverlo más democrático… para sus propios intereses.

Y es que, amigos, no basta con mandar; también hay que asegurarse de que se seguirá mandando. Y si para eso hay que pasar por encima de unos cuantos millones de pueblerinos sin criterio que van a ir a meter otra papeleta distinta a las urnas, pues se pasa. Al fin y al cabo, ¿qué sabrán ellos lo que es ser alcalde?

Así que esta nueva ley que estará calentita y recién horneada, a punto para las elecciones municipales de 2015, significará que todo aquel partido que consiga en esos comicios más del 40% de los votos pero menos del 50%, pasará por arte de birlibirloque a tener el 51% de los concejales y estos, por tanto, estarán en superioridad numérica para poder nombrar alcalde a su candidato. ¿Democrático eh? Así, los demás partidos, que representarían a entre un 50 y 60% de las personas que han ido a votar, verían también por arte de magia reducida su representatividad a un 49%, lo que significaría que nunca, ni poniéndose todos de acuerdo, podrían tener una mayoría decisoria.

O sea, que habrá alcaldes que lo serán gracias a que les ha votado una minoría de los electores, ya que el principio de la mayoría, una de las bases del sistema democrático, queda herido de muerte. El hecho de que después de esta reforma el resultado de unas elecciones pueda estar decidido por la minoría en vez de por la mayoría debería indignar a todo aquel que diga ser demócrata. De izquierdas o de derechas, me da lo mismo. Pero en este país parecemos estar ya curados de espanto. La prensa y los ciudadanos están inmersos en un estado comatoso irreversible que solo muestra algún atisbo de vida cuando se trata de decirles a los catalanes cosas del tipo “Ey, que España no es la que os roba, que os bastáis vosotros…” y lindezas de ese estilo que parecen querer ocultar otros escándalos que salpican nuestra geografía de manera igualmente bochornosa.

Pero, volviendo a la reforma electoral que nos ocupa, tengo que decir que hay una cosa con la que no me queda otra que estar de acuerdo; con el nombre con el que el PP ha querido bautizarla: ‘elección directa de alcaldes’. Acertadísimo, desde luego. Con ella, van a elegir a los alcaldes de nuestros pueblos tan, tan, tan directamente que lo que no sé es para que se molestan en montar un circo electoral y hacernos salir de casa un domingo. Total, como dirían en mi pueblo, pa’l caso… patatas.

Esther Aniento

Periodista