Sensibilidad

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El día que me enteré que Pedro J. Ramírez dejaba de ser director de El Mundo lo primero que pensé fue que había decidido dejar paso a alguien más joven, dar un relevo a la dirección después de casi 25 años desde la fundación del diario. He de decir que nunca he sido muy simpatizante con este periodista ni este medio. Cuando supe que la posible razón, porque la auténtica no la sabemos al 100%, era el cabreo que llevan unos de arriba con todos los palos que habían recibido de la cabecera de Pedro J. por los casos de Bárcenas y la contabilidad B del PP, Noos y todo lo referente a Urdangarín y la Infanta, el accidente del rey en Botsuana y otros aspectos incómodos para el poder no pude evitar que me embargara una sensación de terrible rechazo por lo que veía. Vi al director declarar en ‘Al Rojo Vivo’ que había sido una víctima de las fauces del poder, que había sido una decisión forzada, que el gobierno de Rajoy podía estar detrás de su expulsión. Vi a Eduardo Inda, hoy nuevo subdirector, declarar que “las cosas a veces son lo que parecen” y reconocer que tras el encuentro del ex tesorero del PP con Ramírez el pasado mes de julio habían estado en el punto de mira del presidente, más aún después de que este citara al periódico en su intervención de agosto, acusándoles de mentir.

Es cierto que, según dicen en algunos medios, el bueno de Pedro J. se va a embolsar al menos diez millones de euros de indemnización por el cese, que no deja El Mundo sino que seguirá publicando sus cartas los domingos, que mantiene un puesto en Unidad Editorial, que puede ser que su cese sea una decisión empresarial ante la sangría de ventas que han tenido en los últimos años y la terrible crisis que, como a tantos otros en este país, azota al grupo. Sin embargo, pensar que, como tantos apuntan, podría deberse a un abuso de poder del gobierno, como ya le ocurrió en 1989, cuando bajo el mandato de Felipe González el editor del DIARIO 16 decidiera prescindir de sus servicios tras haber investigado demasiado el caso GAL, me hace sentir un inevitable ataque de sensibilidad con un compañero de profesión.

Para mí es una sensación muy curiosa, pues recuerdo que en los primeros meses de carrera los compañeros de clase debatíamos, a veces encarnizadamente, sobre cuestiones políticas e ideológicas. Estábamos divididos sobre muchos aspectos. Por un lado estábamos los de izquierdas y por otro los de derechas. Los que leían el Heraldo de Aragón y los de El Periódico de Aragón, los que veían TVE (La dos, por supuesto) y los que veían cualquier otra cadena, los de la SER y los de la COPE. Los del Barça y los del Madrid… como no, los que leían El País y los de El Mundo (no recuerdo que nadie se declarara lector de ABC o La Razón). Pues bien, yo solía ser más simpatizante del diario de Prisa. En esa época dejaba que la política inundara todo. Ahora mismo he cambiado de parecer, no porque haya cambiado de bando, sino porque siento que por encima de los colores políticos están las personas que tratan de hacer su trabajo lo mejor posible.

Siempre he escuchado alabanzas hacia la figura del Pedro J. periodista, vinieran de profesores, tertulianos televisivos o compañeros de trabajo que han coincidido con él. Siempre le he mirado con el respeto que cualquier periodista de bajo nivel como yo tiene que tener hacia los directores de grandes medios de comunicación. Hablando con compañeros he escuchado la frase de “es como ser del Barça y reconocer que Cristiano Ronaldo es un gran jugador, de los mejores del mundo, no el mejor, pero hay que reconocer su talento”. Haya perdido la dirección por motivos políticos o no, no dejo de sentir admiración por él. Ha sido cesado como director de dos periódicos ideológicamente distintos, en épocas distintas, con presidentes ideológicamente contrarios. Si el rechazo del poder hacia las investigaciones de su diario ha sido la verdadera razón de su cese sentiré esa admiración eternamente, me llega la idea de un periodista que no se casa con nadie, gobierne quien gobierne, aunque no lea habitualmente su diario. Si ha sido, como dicen, una decisión puramente empresarial, simplemente me quedaré con el recuerdo de su figura como un referente del periodismo español durante más de tres décadas. Creo que, al menos, se merece ese reconocimiento por parte de los periodistas españoles.

 Víctor J. Rodríguez

Periodista