El día que nuestra televisión cambió

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Se podría pensar que el 3 de abril de 2010, fecha oficial que dio comienzo a la televisión digital terrestre (TDT) en España, nuestra televisión nunca sería igual. Ese día vimos cómo en nuestro televisor el número de canales aumentaba de manera considerable y sentimos que, por fin, teníamos más donde elegir y, por tanto, más soberanía sobre nuestra principal fuente de entretenimiento. Sin embargo, el gran cambio del sector televisivo en España ya se había producido un año antes.


En plena transformación hacia la televisión digital y mientras se preparaba la Ley 7/2010, de 31 de marzo, General de la Comunicación Audiovisual, que regularía todo el sector audiovisual, de una manera silenciosa y con unas consecuencias muchísimo más profundas que el “apagón analógico”, se aprobó el Real Decreto Ley 1/2009, de 23 de febrero, de medidas urgentes en materia de telecomunicaciones, que, entre otras cosas, modificaba el artículo 19 de la por entonces vigente Ley 10/1988, de 3 de mayo, sobre Televisión Privada.

El artículo 19 regulaba la propiedad de las televisiones privadas y limitaba a que una persona física o jurídica que ya poseyera al menos un 5% de la propiedad de un operador de televisión privado tuviera participación en el accionariado de otra empresa televisiva en España. De esta forma, se velaba por una pluralidad en la propiedad de las cadenas de televisión. Así las principales cadenas privadas de aquel momento tenían diferentes dueños: Telecinco (Mediaset) Antena 3 (Grupo Planeta), Cuatro (Prisa) y La Sexta (GAMP: Grupo Árbol y Mediapro).

La modificación del artículo 19, en esencia, decía que las personas físicas y/o jurídicas podían ser titulares simultáneamente del accionariado de diferentes cadenas de televisión, siempre y cuando la audiencia media del total de esos canales no superara el 27% durante los doce meses consecutivos anteriores a la adquisición. Esta normativa abrió el paso legal a un proceso de fusiones, donde el más fuerte sería capaz de acaparar los cada vez más mermados ingresos publicitarios. Las intensas negociaciones dieron lugar a la fusión entre Telecinco y Cuatro en 2010 y la reciente entre Antena3 y La Sexta en 2012.

De esta manera, España cuenta con dos grandes empresas de televisión privadas que dominan el sector acumulando más de la mitad de la audiencia de televisión total y llegando a aglutinar casi el 90% de los ingresos publicitarios que se invierten en televisión. El otro gran operador es la corporación pública de Televisión Española (que ya no emite publicidad) y el resto son pequeñas cadenas con una audiencia residual y sin un modelo de financiación que permita su sostenibilidad.

Por tanto, tenemos un nuevo sistema televisivo del que no somos soberanos, con más canales y menos pluralidad que nunca.

Para saber más:

El Mundo: “Suprimido el tope de participación del 5% de los operadores de televisión”

* Teresa Ojer es vicedecana del grado en Comunicación Audiovisual de la Universidad San Jorge. Licenciada y Doctora Europea en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra y Master en Media Management por la Universidad de Stirling (Escocia). Dirige el grupo de investigación “Televisión y calidad: observatorio audiovisual aragonés”, reconocido como grupo de investigación emergente por el Gobierno de Aragón. Profesora de grado y posgrado, ha publicado el libro “La BBC, un modelo de gestión audiovisual en tiempos de crisis”; además de ser autora de varios artículos en revistas científicas y capítulos de libros nacionales e internacionales.